jueves, 31 de enero de 2013

Generación NI-NI: Ni capitalista Ni socialista

Generación NI-NI: Ni capitalista Ni socialista, DISTRIBUTISTA.

“El capitalismo y el socialismo no son realmente realidades opuestas; una es la continuación de la otra, y el distributismo es lo opuesto a ambas: es el libre mercado.

El capitalismo tiende a concentrar la propiedad en manos de unos pocos, por medio del acaparamiento del mercado, y el socialismo sigue haciendo lo mismo concentrando la propiedad en manos del estado. En la práctica, ambos sistemas acaban controlando los más importantes recursos del país por medio de unos pocos burócratas, que representan los intereses de los propietarios nominales, ya sean accionistas o el público en general, pero que actualmente controlan estos recursos para su propio beneficio.

Además, al concentrar el poder económico, también concentran el poder político, y las grandes corporaciones logran obtener amplios beneficios y subsidios, como vimos en la reciente crisis. Por tanto entre el estado gigantesto y la corporación imponente, el individuo es reducido a una situación de servilismo.

De lo que tanto el capitalismo como el socialismo carecen es de la voluntad de admitir que el poder sigue a la propiedad. Ambos sistemas pretenden crear libertad concentrando el capital, pero dado que esto también concentra el poder, lo que queda para la masa es el empobrecimiento.

El distributismo en cambio busca contruir una sociedad de hombres y mujeres propietarios libres, conscientes de sus derechos y con los medios para defenderse contra las tendencias centralizadoras tanto del estado como de las corporaciones.”
John Medaille
Vean el artículo completo:
http://distributistreview.com/mag/2010/11/justicia-distributiva-y-crisis-economica/
Resumido por Ignacio Saavedra.


Extraido de: http://clubchesterton.com/archives/103

¿Bipartidismo?

Tristemente en España, hoy en día vivimos muy lejos de una verdadera representatividad, donde no solo el sistema nos aleja de las instituciones, sino que además las diferencias entre un gobierno y otro cada vez son menos, y vemos cómo vamos hacia un bipartidismo, en el que en verdad casi no podemos distinguir unos de otros. Esto ya lo advertía Chesterton hace años:
“Y ahora, cuando este libro toca a su fin, susurraré al oído del lector una horrible sospecha que a veces me embarga: la sospecha de que Hudge y Grudge están secretamente de acuerdo. Que la pelea que mantienen en público es una farsa, y que el modo en que se hacen el juego no es una coincidencia duradera. Gudge, el plutócrata, quiere un industrialismo anarquista; Hudge, el idealista, le proporciona líricas alabanzas de la anarquía. Gudge quiere mujeres obreras porque son más baratas; Hudge llama al trabajo de la mujer ‘libertad para vivir su propia vida’. Gudge quiere obreros constantes y obedientes, Hudge predica la abstención alcohólica –de los obreros, no de Gudge-; Gudge desea una población dócil y tímida que nunca se alce en armas contra la tiranía; Hudge demuestra con Tólstoi que nadie debe alzarse en armas contra la tiranía. Gudge es de manera natural un caballero saludable y limpio; Hudge predica de buena gana la perfección del aseo de Gudge a personas que no pueden practicarlo. Por encima de todo, Gudge gobierna por medio de un sistema duro y cruel de saqueo, sudor y esfuerzo de los dos sexos que es incompatible con la familia libre y que acabará destruyéndola; por lo tanto Hudge, abriendo sus brazos al universo con una sonrisa profética, nos dice que la familia es algo que pronto deberemos superar gloriosamente.
No sé si la asociación de Hudge y Gudge es consciente o inconsciente. Sólo sé que, entre ambos, el hombre corriente se sigue quedando sin hogar. Sólo sé que sigo encontrándome a Jones caminando por la calle a la luz gris del atardecer, contemplando tristemente los postes, las barreras y las lamparillas rojas que siguen guardando la casa que no es menos suya por el hecho de que no haya estado nunca en su interior.”

G.K Chesterton "Lo que está mal en el mundo"